PASOS DESCENDENTES: ATRACCIÓN Y SEDUCCIÓN.

PASOS DESCENDENTES: ATRACCIÓN Y SEDUCCIÓN.
Continuación de nuestra serie límites en el noviazgo.

Nos estamos apoyando en lo que escribió Jacobo, hermano del Señor Jesús, en su epístola:

Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte (Santiago 1:12-15).

Ya veíamos esos pasos descendentes del pecado, primero concupiscencia; atracción y seducción, luego. Por atracción entendemos a la «fuerza que tiene una cosa para atraer a otra o hacer que se le acerque». O sea que la concupiscencia nos hace débiles al alimentar el pecado en nosotros, de tal manera que no podamos resistir al pecado, para que lo veamos inofensivo, atractivo y agradable, inclusive, como algo para alcanzar alguna mayor realización – ya aprendimos de ese engaño en que cayó Eva- y no como lo que es, la fuente de amargura, destrucción, maldición y muerte.

La seducción literalmente es atraer y atrapar con cebo, o sea que atrae para atrapar y lo hace con engaño, con aquello que atrae a los ojos, con lo que es agradable, que es delicioso. El pecado siempre es delicioso a la carne, caso contrario, nadie caería en pecado. Siempre da altas dosis de placer, eleva la adrenalina o hace algo placentero, pero ese es el engaño porque su fin siempre será amargo, de esclavitud, de muerte.

Con la concupiscencia ya hay pecado aunque aún no hay muerte, pues no hay consumación aún, si seguimos las ideas de Santiago, no hay muerte pero ya hay pecado y debe ser confesado en arrepentimiento ante el Señor. El concupiscente ya está más debilitado hacia la verdad y la obediencia a la verdad y queda tan débil para que no resista a la atracción y a la seducción.
En este estado, pareciera que ya no hay vuelta atrás, generalmente no lo hay, la mayoría que entraron a la tentación, que se descuidaron al no velar ni orar ya solamente les esperó darse en el pavimento del desengaño del pecado, pregúntele a David y a Sansón. Pero los hay honrosas excepciones a esta regla, esto nos lo informa Santiago en el versículo 12. La salida es soportar y resistir.

Entonces, después de la concupiscencia viene la atracción y la seducción y luego la tentación y ahí, se encuentra en una bifurcación de donde debe elegir puesto que de esa decisión, proviene su paga:

• Resistir y/o soportar, cuyo resultado es la corona de vida. Santiago 1:12.
• Consumar el pecado, cuyo resultado es la muerte. Santiago 1:15.

¿Pero para qué me la voy a llevar de héroe? No cabe duda que muchas veces me voy a encontrar en esa bifurcación, pero es mejor evitar, seguir el consejo del Señor Jesús: Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil (Mateo 26:41). Lo que esté en mi para evitar, es mejor hacerlo y dejar que el Señor haga lo que le corresponde hacer que él lo hace bien. En cuanto a mi, es evitar.

¿Caminamos caminante?
Suyo en Cristo Jesús, su hermano y amigo, Erick Solís Girón.

2022-08-25 -- Santiago 1_12-15 -- Pasos descendientes - Atracción y seducción

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