CUIDADO CON LOS  CONSOLADORES MOLESTOS

CUIDADO CON LOS  CONSOLADORES MOLESTOS
Continuación de nuestra serie: LOS RUEGOS DEL APOSTOL PABLO

     En el Nombre del Señor Jesucristo, le invito a que abramos nuestras Sagradas Escrituras, siempre en el orden de ideas de nuestro ruego, pero esta vez me quiero apoyar en la expresión que hizo Job de sus «amigos». Leemos, en el Nombre del Señor Jesus, en Job 16:2:

«Muchas veces he oído cosas como estas; consoladores molestos sois todos vosotros.»

     Entonces, a los de poco ánimo se alientan. No veo en el texto que se nos mande a averiguar si su poco ánimo es por su edad espiritual, por su desconocimiento de las Escrituras u otro, solo se nos manda a alentar, esa es nuestra misión. Es que estos no se han desarrollado bien y la única forma que alguien puede desarrollarse bien es mediante el ejercicio del ministerio que el Señor Jesús dejó en su iglesia «hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo» (Efesios 4:13-15, léase desde 1 al 16). 

    Ya señalamos que el peor error que podemos cometer como iglesia local es dejar a uno de los nuestros solo; y el peor error que podemos cometer como creyentes individuales es aislarnos nosotros mismos de los nuestros. Es necesario, entonces, acudir a su llamado; es necesario acudir, aunque no nos llame.

    Pero cuidado con la actitud con la que vamos a hacercarnos a él. Según Elifaz, él y sus amigos, estaban haciendo la obra del ministerio, en cuanto a consolar a Job, de manera correcta, pues dice: «¿En tan poco tienes las consolaciones de Dios, y las palabras que con dulzura se te dicen?», pero acusar de pecado y empeñarse en que confiese algo que no ha hecho (Job 34:37), eso no es consolar. Ufanarse de las visiones nocturnas (4:13) y con ello dar la idea de una superior espiritualidad, tampoco es consolar o alentar. Muchas de las palabras que ellos dijeron eran ciertas, pero no hablaron correctamente, como les espeta el Señor en 42:7 «Y aconteció que después que habló Jehová estas palabras a Job, Jehová dijo a Elifaz temanita: Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros; porque no habéis hablado de mí lo recto, como mi siervo Job»; esto porque las palabras que eran verdad la estaban aplicando a Job, no que Job tuviese algún tipo de inmunidad a las amonestaciones, sino que las estaban usando como proyectiles para atacar a Job. Y Job, quien estaba en padecimiento y estaba recibiendo las palabras hirientes de sus amigos, les dice que son «consoladores molestos» (Job 16:2) y que son «disputadores» (v. 20). La palabra hebrea para molestos puede ser también traducido como agravio, dolor, ser duro, injuria. O sea que estos estaban siendo inesesariamente duros con Job y cargándole más aflicciones de las que ya tenía, como traduce la Dios Habla Hoy: «Ustedes, en vez de consolarme, me atormentan». Y la palabra disputador sirgbifica burlarse o mofarse, hacer desdén, despreciar.

     «Más ante Dios», dice Job. Es que el patriarca reconoce que sólo Dios es su refugio y nadie más. Aunque ha declarado que Dios lo ha tratado duramente, Job aún espera en el Señor, Él lo vindicará, Él lo sostendrá y Él lo perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá (Cp. 1 Pedro 5:10). No tiene ni a nadie más, ni a ninguna otra parte a donde recurrir, sino solamente a Aquel, de quién dijo Pedro años después, que tiene palabras de vida eterna (Juan 6:68). A pesar de las «diversas pruebas» (Santiago 1:2) que perturban su vida, que era lo que veían tanto Job, la familia, los vecinos quienes también lo acusaron y sus consoladores tan miserables (Nueva Traducción Viviente_), pues en la superficie está la tormenta y la turbación pero en las profundidades de Job, en sus adentros, en su ser interior, él se mantiene imperturbable.

     ¿Qué hay de los consoladores molestos? Ellos pecaron, de tal manera que Job oró por ellos al final de la prueba (42:8-9) y además se perdieron la oportunidad de ser consoladores que se dejan usar por el Espíritu Santo, como Job lo hubiese hecho y probablemente lo fue después de su prueba, según leemos en 16:5: «Pero yo os alentaría con mis palabras, y la consolación de mis labios apaciguaría vuestro dolor».

     En el ejercicio cristiano de alentar a los hermanos, debemos de tener cuidado con los consoladores molestos; pero, sobre todo, debemos de tener cuidado en no ser esos consoladores molestos.

     Continuará, Dios mediante.

     ¿Caminamos caminante? Entonces, ¡adelante caminante!
     Suyo en Cristo Jesús, su hermano y amigo, Erick Solís Girón.

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