LOS OCIOSOS: ¿QUIENES SON? P2

LOS OCIOSOS: ¿QUIENES SON?
Continuación de nuestra serie: LOS RUEGOS DEL APOSTOL PABLO

     Le invito a que abramos nuestras Sagradas Escrituras, siempre en 1 Tesalonicenses 5:14, en donde leemos en el Nombre del Señor Jesús:

«También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos»

    Estamos descubriendo a los distintos grupos que componemos la iglesia, no son grupos divididos entre si, sino que los son por las circunstancias, pero los hay unos, como este primer grupo, que si no se atienden puede terminar como grupos que dividen a la iglesia local. El primero que nos presenta el apóstol es a los OCIOSOS, los átaktos, del griego, que literalmente es «no arreglado», «insubordinado», «desordenado» o «revoltoso», es uno que está fuera de las filas.

     Puesto que ya tratamos quiénes no son estos ociosos, que no se refiere a aquellos que no quieren enlistarse en las diferentes actividades de la iglesia local, o que no asisten a los cultos de la asamblea. Conviene, entonces, dedicarnos a averiguar quiénes son estos.

     «Los ociosos», dice Pablo. Esto es de preocuparse porque no se refiere el apóstol a uno solo como para tratarlo de el ocioso, sino los ociosos, en plural. Estos se agrupan y como se agrupan parecen y se ven bastantes, pareciera que tienen más fuerza y parecieran que son más. Estos son ocioso, porque no tienen ocupación alguna y por eso tienen suficiente tiempo para rebelarse, para murmurar, para manifestar los desacuerdos y peor buscando a partidarios.

     Hay dos tipos de ociosos, a saber,

1.  Los chismosos o que atentan a la unidad y armonía de la asamblea, con sus palabras y actitudes mal sanas. El apóstol Pablo comenta el caso de unas viudas en la iglesia en Éfeso, según leemos en 1 Timoteo 5:13 «Y también aprenden a ser ociosas, andando de casa en casa; y no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran», y las manda a que mejor se casen, así están ocupadas atendiendo a marido y criando hijos. Pero este pecado de andar chismeando, o creando problemas entre hermanos, no es un mal de mujeres solamente, estos mismos son los que menciona Pablo en 2 Tesalonicenses 3:11, en donde habla de manera general, a hombres y mujeres, según leemos: «Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno» y Pablo los manda a estos a trabajar  y ahí sí, con mandato y exhortación (v.12). Es tal la advertencia contra estos ociosos que su actividad favorita encuadra en las cosas que aborrece Jehová y que abomina su alma (Proverbios 6:16-19).

     Aquí podríamos encuadrar a aquellos que andan causando divisiones en la iglesia, sin caer en algún sisma doctrinal, como la provocación del partidismo en la iglesia, tal cual el problema que se suscitó en la iglesia local en Corinto, como está escrito que afirmaban,  «Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo. ¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?» (1 Corintios 1:12-13).

     Aquí podriamos subdividir a dos clases de divisiones, estás son, a saber, que

1.1 Algunas veces los ministros no son el problema sino los miembros que hacen partido de sus líderes, como lo que ocurria en Corinto. Pablo no tenía problemas con Pedro y viceversa, ni Pedro con Apolos, ni este con aquellos y menos estos tres con Cristo. El problema radicaba en los hermanos corintios. En ese caso todo ministro no debe alentar ese partido, así digan ser de su nombre; y,

1.2  Muchas otras veces, la mayoría diría yo, los mismos ministros tienen diferencias con sus consiervos, estos hacen la obra del ministerio sea «por contienda o por vanagloria» o con «murmuraciones y contiendas» y no con «humildad» y menos «estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo» (Cp. Filipenses 2:3,14), si ni piensan en los miembros que están arrastrandolos tras sí, ni en el testimonio de la iglesia y ni en Dios mismo de que los gentiles blasfemaran su nombre por su causa (Romanos 2:24), menos lo harían de considerar como superiores a ellos a sus consiervos, lo cual les es pecado y luego provocan la división o los grupos en la iglesia local, a lo cual se les suma otro pecado.

     Desde ningún punto de vista debemos apoyar las divisiones o la creación de grupos que rivalizan entre sí. Claramente no se incluye aquí cuando se sienta la mesa del testimonio de manera correcta y escritural para formar una nueva asamblea, a estos debemos apoyarlos en todo.

     Y, también vemos,

2. A aquellos que provocan la division de la iglesia o sismas con falsas doctrinas. Infiramos esto en 2 Timoteo 2:24-26 en donde leemos: «Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él». Dice que los ancianos y demás siervos del Señor deben corregir con palabras y respaldado con su  testimonio a «los que se oponen», obviamente a la verdad enseñada por los apóstoles, de manera oral, primeramente; y luego escrita en las espistolas; y esto es a efecto de que si Dios les conceda el arrepentimiento. Esto se refiere a aquellos falsos maestros, apostatas ellos mismos y herejes a la vez, que están desviando de la fe a los discípulos. Están creando sismas en la iglesia del Señor con sus falsas doctrinas. Siempre debemos estar abiertos a la dirección del Espíritu Santo y que siempre nos llevará a las Sagradas Escrituras (Juan 16:13) en donde vemos la autoridad de nuestro culto; pero nunca debemos apoyar, desde ningún punto de vista, a aquellos que nos alejan de la sincera fidelidad a Cristo (2 Corintios 11:3).

     Note el lector que Pablo no tiene seguridad en cuanto a su arrepentimiento, pero no depende de Dios ese arrepentimiento (como algunos mal interpretan) sino que, ante Dios, hay algunos apostatas que tienen la oportunidad de arrepentimiento aún y los hay otros que definitivamente ya no, después de su apostasía. Pero esa medida ni el apostol Pablo la sabía, sino solamente Dios. Estos van causando sismas teológicos, doctrinales o dogmáticos entre la iglesia y desde ningún punto de vista debemos apoyarlos en su insubordinación y rebelión a Dios y a su Palabra.

     Estos OCIOSOS, en los dos sentidos que hemos descrito,  francamente son como las zorras de Nehemías 4:3 que lo que se edifica del muro y se sube esa «zorra lo derriba». Ha, hermanos, cuidado con los ociosos que abundan, cuidado con las zorras que destruyen; pero, sobre todo, tengamos cuidado en no ser una de ellas.

     Continuará, Dios mediante.

     ¿Caminamos caminante? Entonces, ¡Adelante caminante!
     Suyo en Cristo Jesús, su hermano y amigo, Erick Solís Girón.

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