Llévelos, que no es tiempo perdido

LLÉVELOS, QUE NO ES TIEMPO PERDIDO
Continuacion de nuestra serie: SAETAS EN MANOS DE VALIENTES

Hay muchas cosas que san tal satisfacción que no importa el sacrificio que se hizo en el proceso. El Señor Jesucristo tuvo esa satisfacción, según leemos por el profeta quien dijo que el Señor Jesús verá el fruto de la afiliación de su alma y quedará satisfecho y el escritor a los Hebreos quien dijo que por el gozo puesto delante de él, sufrió la cruz, menospreciando el oprobio (Cp. Isaias 53:11; Hebreos 12:2). Y la paternidad es una de esas actividades que nos trae tal satisfacción. Leamos las Escrituras:

«Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él».

(Proverbios 22:6)

Vemos en el texto al menos cinco cosas, a saber,

• Un mandato. instruye.
• Una actividad a realizar. Instruye.
• Un sistema. su camino
• Un propósito. El camino; y,
• Un resultado. no se apartará.

Alguien aplicó este versículo como que los padres debemos decidir a qué se habrán de dedicar nuestros hijos, como la carrera que van a estudiar, por ejemplo, la profesión o el oficio que ellos quieran para sus hijos, pero no es autorización que hagamos eso, aunque es cierto que los padres debemos velar lo que es mejor para ellos, pero no debemos olvidar que, en los asuntos propiamente de esta vida, no son nuestros sueños como padres, ni nuestras metas frustradas las que nuestros hijos van a seguir, sino conforme a sus capacidades, aptitudes, preferencias y talentos, dados por Dios al momento de nacer. Pero este texto no se refiere a esto.

La palabra hebrea para instruye es chanak que es ‘estrechar’, es decir, de varias opciones, de varios caminos se estrecha la posibilidad a uno. También puede ser ‘iniciar’ ‘disciplinar’ ‘adiestrado’ ‘dedicar’. Implica iniciarlo en el camino, marcando disciplina, tomando la idea de tiempo, constancia, métodos, reglas para observar y ayudarlo a observarlas; implica dedicarlo al camino. La palabra para niño se aplica a uno entre la edad de la infancia a la adolescencia. La idea es a temprana edad, no es, como sugieren muchos, dejarlos a la edad en que ellos decidan, eso es —solía decir mi madre— dejarlos que se crezcan como silvestres. Las plantas silvestres son aquellas que nacen así nada más —decimos— nadie las plantó, nadie las cuidó, ni las regó, solamente aparecieron ahí. La instrucción de un hijos mientras más luego mejor. Y la palabra camino es literalmente ‘curso de la vida’ o ‘modo de accion’ y se refiere a la conducta y a su proceder. La instrucción debe ir en torno a su conducta en un camino.

Todo padre israelita tenía el mandato divino de instruir a sus hijos en la ley del Señor (Deuteronomio 4:9-10; 6:6-8); ese es el camino en que debían ser guiados todos los niños israelitas y si aprendían otro camino, debían preguntar y volver a las sendas antiguas para andar por él. De hecho, fue el mensaje de muchos profetas, a que los hijos de Israel se volviesen a esas sendas (Jeremías 6:16) pero muchos habituados ya a su idolatría dijeron: no volveremos, porque fueron enseñados en otro camino y no querían tener nada con El Camino ordenado por el Señor.

Y todo padre cristiano tambien tiene un camino en el cual debe enseñar a sus hijos. También es la ley del Señor, y no temo en afirmar esto, no estoy volviendo a los padres hacia la ley teniendo ya al Señor Jesucristo, porque la ley expresada en ritos y prácticas, nos lleva al Señor Jesucristo, la ley ha sido nuestro ayo para llevarnos a Cristo (Galatas 3:24-25), quien es el camino, la verdad y la vida (Juan 14:6). Debemos instruirlos en la palabra del Señor, testificandoles del Señor Jesucristo como su Salvador personal a efecto de que le cofiesen cono su Señor, como lo hicimos nosotros. Es que la salvación es personal, nosotros no creemos por ellos, no hay ningún rito que nosotros hagamos para que ellos lleguen a ser hijos de Dios, la fe no la podemos heredársela, menos que los vamos a presionar a que lo hagan. Lo que si podemos —si queremos heredarles nuestra fe— es instruirlos y hacercarlos los más que podamos a la cruz. El Camino también es una forma de llamar al Evangelio, es fácil entenderlo, porque este Camino testifica del Camino que es Cristo Jesús (Hechos 9:2; 18:25-26; 19:9,23; 22:4; 24:14, 22). Esto lo vamos a hacer con instrucción de la palabra de Dios, en todo momento y en todo lugar. Pero además con nuestro ejemplo. Hemos dicho anteriormente que nuestros deben ser altamente privilegiados de escuchar el evangelio de primera mano y de ver el evangelio de primera mano, esto, a través de sus padres. No es posible que nosotros mismos sirvamos de piedras de tropiezo a nuestros hijos. Quien tal haga, no está haciendo nada, aunque procure ganar a todos los niños del mundo, pero no está haciendo nada para ganar a los propios para que se salven, pero si de todo para que se pierdan y, lo más seguro, como él está también, en perdición. Y Dios lo va a llamar a cuentas.

Vea la garantía: No se apartara de él. Timoteo fue un jovencito que fue instruido por su abuela Loyda y su madre Eunice. Abuela y madre trabajando en la instrucción de su nieto e hijo, no sabemos si el padre participó, es probable que no. Cuando estaba mas grande, Pablo toma y le instruye también para el ejercicio del ministerio, pero ya tenía buen testimonio de la iglesia local, pero todo empezó en casa. La instrucción de los hijos no es responsabilidad del Estado ni d ela iglesia si quiera, es repsonsabilidad de los padres. El Estado es responsable de educar en matemática, historia, lenguaje, etcétera; la iglesia como una extensión de su discipulado y predicación del evangelio; pero es la continuación de lo que en casa se ha instruido, todos los días y en todo momento, con palabras y conducta. Pero la garantía es: no se apartará de ese su camino en que ha sido instruido.

Conozco a un ministro quien fue instruido a su temprana edad, de hecho, muchos fueron instruidos así, este que le platico, su maestro de la escuela dominical —el hermano Viahi De Leon— hizo lo suyo instruyendole y capacitandole, pero la madre de este —doña Juana Girón— no lo dejaba, se cuenta que de pequeño se recostada en la banca vacía, pero lo llevaba; tal vez se dormía, pero no lo dejaba; llovía, tronaba y relampagueaba al momento de ir al culto, pero no lo dejaba; podría estar jugando en la calle y empezaba el culto, sabía que debía parar, sudando y descalzo, se ponía su saco —esa prenda de vestir— y entraba al culto, dejaba de hacer lo que le complacía, porque lo llamaba y lo llevaba; en su adolescencia, ya no mucho quería seguir: ¡no quiero ir! Decía. Pero ¡nos vamos! La sentencia de aquella madre, no quería ir, pero lo llevaba. No cabe duda que no lo dejó con sus oraciones tampoco, pero al trono de la gracia lo llevaba. Y, entre muchas cosas, pero no lo dejó, lo llevaba como fuera. Hoy con 46 años sigue en pie. Él mismo considera que no de manera perfecta, que puede y debe hacerlo mejor, pero agradece a Dios por aquellas personas que Dios colocó en su vida, desde la niñez. Personas que, de una u otra forma, no lo dejaron, entre ellos su madre, que lo llevaba.

De Timoteo se dice: y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús (2 Timoteo 3:15). El ejercicio de la paternidad responsable y la instrucción en El Camino de esos hijos, no cabe duda, que es la actividad que más satisfacción trae, es un tiempo y un sacrifico que no es desperdiciado. ¿No cree? Así que, no los deje, llévelos aunque parezca que no hace mucho. Llévelos al trono de la gracia; llevelos al culto; llévelos a la Palabra; llevelos con el ejemplo, pero llévelos que no es tiempo perdido.

¿Caminamos caminante?
Suyo en Cristo Jesús, su hermano y amigo, Erick Solís Girón.

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