LA LENGUA ASPERA

LA LENGUA ASPERA
Continuación de nuestra serie: LOS PECADOS DE LA LENGUA

     Le invito a que abramos nuestra Escrituras, y que nos expongamos ante El precepto de Jehová que es puro y que alumbra los ojos (Salmo 19:9), para el juicio del Señor a nosotros, está vez en Proverbios 15:1, en dónde leemos la palabra de Dios:

«La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor»

     Una muy buena parte de este capítulo de Proverbios es un tratado de la lengua y, como suele enseñar el Salomón, su enseñanza la da por la vía de los contrastes, ya sea entre como hace uso de sus palabras normalmente un necio y un sabio, o sea en los efectos negativos o positivos de la lengua.

     De esa cuenta vemos que la lengua —que es una sinecdoque para la totalidad de las palabras— de los sabios adornan o embellecen a la sabiduría, es un fiel exponente de la sabiduría, un digno representante de la sabiduría embelleciéndola, pero los necios hablan sandeces o cosas fuera de lugar que son desagradables, ni ganas dan de oírlos por lo asqueante que son (v 2);  tambien vemos una lengua apacible, es decir, que promueve la paz entre hermanos y este recibe el resultado de lo que va pregonando, pero vemos que el inconverso recibe las consecuencias de lo que promueve pues sera quebrantado (v.4); hay palabras que vienen a nosotros como consejos y el necio no aceptará esas palabras y seguirá siendo un necio, pero quién acepta esos consejos y aún sean de corrección, deja de ser un necio y pasa a ser un prudente y sabio (v.5); en el versículo 7 otra vez el contraste de un sabio y un necio y lo que provocan al hablar, esparcir sabiduría en uno y amontonar necedad hasta que hieda, en el necio; el verso 8 es un contraste entre un impío y un recto que en este último su oración —palabras piadosas dirigidas a Dios— es el gozo del Señor, pero del primero, su mismo sacrificio y todo su culto —es obvio que incluyen sus alabanzas y oraciones, o sea palabras a Dios— es su abominación; incluso la reconvención o reprensión hecha a un sabio, le será molesta al principio pero hará caso y volverá al camino que dejo, en cambio el que aborrece la correcion o un necio, ese morirá (v.10);  el versículo 12 es una advertencia a aquel que usas sus palabras para escarnecer o burlarse de los demás —el bullying verbal, dirían los jóvenes hoy—, si alguien lo reprende lo aborrece y su actitud demuestra que sus juntas —a decir de mi abuela— son iguales que él, o sea, ninguno es sabio; el versículo 23 es un recordatorio a la satisfacción que sienten los sabios cuando dan una respuesta sabia, acertada y a tiempo y, no cabe duda, que el justo que a la vez también es sabio, el sabio no dice todo lo que piensa, pero piensa todo lo que dice, en cambio los impíos derraman, deja que se rebalsen sus palabras, saca toda la basura que su impío corazón tiene (v.28); y, cierra su discurso, que cuando se escuchan los consejos —que se expresan con palabras— se llega a ser sabio (v.31).

     En el versículo 1, nuestro texto, vemos que en realidad solamente tiene dos opciones para responder y no más, y lo hará en base de lo que es. Dice el sabio que existe la respuesta áspera. Lo aspero es bastante claro en nuestro español, es aquello que es morroñoso, aquellos que es como un block, como una lija. Hasta nuestro ordenamiento jurídico guatemalteco ha legislado como violencia de tipo verbal, vea lo que Pablo tiene que enseñarnos respecto a la violencia de tipo verbal entre conyugues, Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas (Colosenses 3:19).

    La palabra griega para ser áspero, es amargar, es provocar amargura, y nos da la idea de aquello que rugoso, que resulta áspero al tacto, es aquello  rasposo o con irregularidades por lo cual resulta desagradable. Entonces es una respuesta con violencia, que hace subir el furor. En cambio, la opcion para combatir esa palabra que provoca irá y contención, es la respuesta blanda, la que es amable y el resultado es calmar el furor.

     Usted y yo tenemos la facultad, la brillante oportunidad a que en nosotros se quede el insulto y no proseguir con el problema o a que continúe en nosotros el problema y hacerlo más grande y todo depende de nuestra respuesta, en el uso de nuestras palabras. No es fácil optar a la respuesta blanda, apacible, o pacífica, máxime cuando es agredido y dan ganas de decirle unas cuantas verdades al otro; pero usted responderá en base a su naturaleza de sabio o necio, salvado o condenado, de Dios y su Cristo o del diablo; y, si es sabio y responde como tal, le aseguro que recibirá el fruto de su respuesta, la paz.

     En este orden de ideas, permítame citarle el comentario que William Macdonald hace de este versículo:

La respuesta suave o conciliadora previene que la ira explote o se acreciente. Si respondes a alguien con una palabra áspera, esto revuelve su naturaleza carnal y pronto tienes entre manos una violenta discusión.

     Y, a su vez, cita una ilustración que hace al respecto el predicador inglés, Carlos Haddon Spurgeon

Una vez vivía —dice la ilustración de Spurgeon— en un lugar donde el jardín de mi vecino y el mío estaban separados por un seto muy imperfecto. Este vecino tenía un perro, el cual era muy mal jardinero, y que tampoco me ayudaba a mejorar el estado de mis plantas. Una tarde, mientras que yo daba un paseo, observé que el perro andaba haciendo una de sus travesuras y, como me encontraba lejos, le arrojé un palo mientras le gritaba que se fuese a su casa. El perro, en lugar de marcharse a su casa, recogió mi palo y vino hacia a mí con éste en la boca, moviendo la cola. Dejó caer el palo a mis pies y me echó una mirada amistosa. ¿Qué podía hacer yo, sino darle unas palmaditas mientras le echaba algún piropo y me arrepentía por haberle hablado ásperamente?

     Jejeje, entiendo, Dios quiera que todos los asuntos conflictivos se solucionasen así, pero tampoco quiero restarle importancia al ejemplo, todos, en algún momento, tenemos la oportunidad de corregir nuestra actitud inicial, todos tenemos la opción de pensar nuestra respuesta, es rara la vez en que nos sorprende el conflicto y, al ser así, haga un ejercicio y piense ¿Cómo debo actuar al verme en una situación de conflicto? Igualmente, confíe, o confiemos, que en base a nuestra nueva naturaleza y la ayuda que el Señor ha ofrecido para nosotros, Él nos ayudará a salir avantes en nuestra respuesta apacible, cuando así se la pidamos y nos dispongamos a hacer asi. Mientras tanto, procure no ser quien ataque primero con el insulto y darle a la otra persona que esté en cualesquiera de las dos opciones que tomará, si respuesta blanda o palabra áspera, pues en ese caso usted es el necio y el otro, dependerá de su respuesta el saber cuál es su naturaleza.

     No quiero terminar sin recordarle esto, mas vale que diga palabras dulces, no sea que s ellas tenga que tragar.

     ¿Caminamos caminante?
     Suyo en Cristo Jesús, su hermano y amigo, Erick Solís Girón.

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