LA BENDICIÓN DE LOS FUGITIVOS.

LA BENDICIÓN DE LOS FUGITIVOS.

El apóstol Pedro nos escribe:

«por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia» (II Pedro 1:4).

Las promesas aquí y en II Pedro 3:13, no se refiere a promesas por cumplirse en el futuro,  no son promesas en sí como promesa, sino al cumplimiento de las promesas, bien podría traducirse como: «bendiciones prometidas», aquellas que conforme a las Escrituras se cumplieron, como, por ejemplo, I Corintios 15:3-4

Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo yo aprendí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras. Por esas promesas de la venida de un salvador es que llegamos a ser participantes de la naturaleza divina. Pero esas promesas al hacerse efectivas en nosotros, al creer en él, nos llevan a tomar una actitud, no de acomodamiento, ni siquiera de neutralidad sino de tomar partido contra la corrupción del mundo y hacernos al lado de la naturaleza divina, eso se expresa en las palabras del apóstol «habiendo huido».

Ahora bien, ¿qué es un fugitivo? Se dice de la persona que huye, que se escapa de un lugar. La palabra para huido, es el término griego apofeugo, que es, huir de o tras haber huido de. Es un término en el cual el cristiano no es un ser pasivo, es más bien activo, para huir del mal, de la corrupción que hay en el mundo, tanto en las corrientes de pensamiento propias del hombre no regenerado, como del hombre mismo, es decir, sus mismas concupiscencia y esto tiene una causa que son las concupiscencias; es decir, los deseos pecaminosos o los deseos por lo que es pecaminoso.

El apóstol Pedro nos presenta el término como el acto de haber huido de la corrupción que hay en el mundo. Esto sucedió cuando confesamos al Señor Jesús como nuestro Salvador, fue cuando pasamos de condenación a salvación (Romanos 8:1); de las tinieblas a su luz admirable (I Pedro 2:9), cuando nos hizo dignos de una herencia y un reino, como está escrito dando gracias al Padre que nos hizo dignos para participar en la herencia de los santos en luz; que nos libró de la potestad de las tinieblas, y nos traspasó en el Reino de su amado Hijo (Colosenses 1:12-13, Biblia del Oso).

Pero hay otra parte en el creyente que involucra la palabra huir y es que sigue huyendo. Bien se ha dicho que hemos sido salvados de la condenación del pecado, estamos siendo salvados de poder del pecado y seremos salvos, un día no muy tarde, de la presencia del pecado, entonces si, obtendremos el fin, el objetivo, la meta o el resultado de nuestra fe, que es la salvación de vuestras almas (I Pedro 1:9).

De manera que hemos huido y seguimos huyendo.
¿Caminamos caminante? Pero a prisa porque nos persiguen.
Suyo en Cristo Jesús, su hermano y amigo, Erick Solís Girón.

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