EL TEMOR AFECTA LA MEMORIA

EL TEMOR AFECTA LA MEMORIA
Continuación de nuestra serie: PAZ EN LA TORMENTA

Busquemos en nuestras Sagradas Escrituras el evangelio según San Mateo y nos ubicamos en 8:26, en donde leemos la Palabra de Dios:

«Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza»

El temor mal sano, lo señalamos en nuestra entrega anterior,

1. Es pecado, porque corroe la confianza en la bondad de Dios, tanto en sus planes, propósitos y su poder en mantenernos estables o sacarnos de esa situación; pero, también,
2. El temor también nos afecta la memoria.

Vea que los discípulos tenían razones para confiar en el Señor Jesús. Este capítulo 8 inicia diciéndonos que descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente, si descendió es porque previamente había ascendido a ese monte, ¿Cuándo lo hizo? En 5:1-2 leemos: Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, y es como se da el sermón del monte o de las bienaventuranzas, que abarca los capítulos 5 al 7, luego llegamos al capítulo 8.

En los capítulos 8 y 9 Mateo nos relata una serie de eventos milagrosos, en donde el Señor manifiesta su señorío sobre ciertos elementos que el hombre no ha podido dominar, uno de ellos, por ejemplo, la enfermedad. El Señor relata el caso del leproso (vrs.2-4); la sanidad del siervo del centurión, que era parálisis (5-13); la sanidad de la suegra de Pedro, que era fiebre (14-15); luego llegaron a él muchos atormentados por demonios y otros por diversas enfermedades y los sanó a todos (16). Es que el hombre no ha tenido el control de la enfermedad. Claro, el hombre ha descubierto, resalto esto, ha descubierto, no creado, que Dios dejó en su naturaleza ciertas propiedades con las cuales puede ser sano de algunas enfermedades, incluso en nuestro cerebro hay algo que los hombres han llamado «efecto placebo», pero es una maravilla que Dios dejó en el cerebro del hombre, esto para que se sane, y también vemos que dejó el Señor a ciertos hombres que pudiesen sanar mediante el don de sanidades, si está en operación o no este don ahora, no es esa mi discusión, pero sí resaltar que es un don de Dios, un carisma, una operación o manifestación del Espíritu; y es tal su promesa que Dios promete que un día se erradicará la enfermedad y todo vestigio de la caída del hombre por el pecado, pues, leemos que no habrá más muerte, ni lágrima, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron.

Pero esto fue lo que vieron los discípulos, justo antes de pasar la tormenta, que el Señor tiene control sobre la enfermedad y los demonios, pero, reconozco, tenían otra lección que aprender, que los vientos y al mar manda y estos le obedecen (Mateo 8:27).

Pero también habían visto otros portentos en Mateo 4, por ejemplo, cuando el Señor llamó a los hermanos Simón Pedro y Andrés y también a Jacobo y Juan, los hijos de Zebedeo. Mateo y Marcos no nos presentan ningún portento sino solamente el uso que hizo el Señor de la barca de Simón Pedro para predicar, pero Lucas nos informa que hubo una pesca milagrosa, de tal manera que llamaron a sus demás compañeros pescadores para que les ayudasen (Mateo 4:18-23; Lucas 5:1-10).

Hay unas preguntas interesantes en cuanto al obrar del Señor y las situaciones adversas de sus hijos. ¿Se atrevería usted a negar las promesas del Señor? Por ejemplo, el contenido en el Salmo 37:24-25: Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano. Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan. ¿Puede negar el testimonio de los fieles, tanto del antiguo como del nuevo testamento en cuanto a esta promesa y muchas otras? ¿Se atrevería a negar el testimonio de sus antiguos, sus padres, sus ancianos que testifican sobre cómo el Señor ha obrado para bien en sus vidas, en momentos adversos? ¿Usted mismo puede recordarse y testificar sobre las muchas veces en que el Señor ha obrado en su vida? ¿Cree que el Señor ya cambió, que ya no obra como obró antiguamente con los fieles de los tiempos bíblicos, o nuestros antiguos? Si cree que ya cambió el Señor y ya no tiene el mismo poder, arrepiéntase, por si Dios le concede el arrepentimiento, porque él es inmutable (Santiago 1:17).

Pero sí vemos que el Señor sigue con nosotros (Mateo 28:20) tanto cuando todo va viento en popa como en las tempestades, debemos reconocer que nos ha ayudado y sostenido, y no solo una vez, de tal manera que podemos cantar lo mismo que escribió Fanny J. Crosby, según la versión del himnario Canciones de Alabanzas para la gloria del Señor:

Tengo al Salvador conmigo, sin Jesús no puedo andar, necesito su presencia y en su brazo apoyar.

Confiando en el Señor, consolado por su amor, seguiré por mi camino, sin tristeza, sin temor.

Entonces, ¿Caminamos caminante?
Suyo en Cristo Jesús, su hermano y amigo, Erick Solís Girón.

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