Cuídate de la avaricia
CUÍDATE, DE LA AVARICIA
Continuación de nuestra serie: CUÍDATE
Hasta ahora hemos sido advertidos para ver qué terreno estamos pisando en cuanto al mundo religioso, son engaños desde afuera, cuidándonos de los falsos maestros. Veamos ahora que si es necesario cuidarnos desde nuestros adentros. Consideremos nuestra siguiente advertencia en Lucas 12:15:
«Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.»
La avaricia, nos dice el diccionario en línea, «es el afán o el deseo desordenado o excesivo de poseer riquezas para atesorarlas». La persona avara desean acumular toda clase de bienes materiales pero no están dispuestos a gastarlos o compartirlos con nadie. A tal punto de cometer otros pecados y delitos con tal de conseguirlas. La palabra griega que se utiliza aquí —pleonexia— puede traducirse también como avidez, fraude, extorsión; con razón el apóstol Pablo nos dice que (…) los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición (1 Timoteo 6:9, entre paréntesis añadido). Es uno de los pecados que atañe al hombre no regenerado (Romanos 1: 20) y de dónde nos sacó el Señor a muchos; por eso, entre otros pecados, ya no se debe ni mencionar entre nosotros los creyentes, menos que estén dentro de nuestras costumbres (Efesios 5:3; Hebreos 13:5); y que debemos hacer morir en nosotros, entre otros más (Colosenses 3:5) pues aunque el pecado ya no debe reinar en nosotros (Romanos 6:12), ha tomado una especial guerra de guerrillas en nosotros y por eso el mandato: *No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, para que le obedezcáis en sus concupiscencias y este es uno de los que nos sigue atormentando; Pablo se cuidó de este pecado para no basar su ministerio en la avaricia y otras formas de engaño (1 Tesalonisenses 2:5), es decir, no predicó por dinero; puesto que también sabemos que es la motivación de todo falso maestro, tanto del poder como el amor al dinero, cómo está escrito: Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme (2 Pedro 2:1-3). La avaricia es uno de los pecados más graves, pues lo vemos al mismo nivel o como sinónimo de idolatría, cómo está escrito: Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría (Colosenses 3:5). Y el peligro es real y más allá de lo que pensamos, pues una de las motivaciones para la apostasía puede ser la avaricia o codicia (1 Timoteo 6:9-10) los cuales, los filarguros — amantes del dinero— quedan excluidos del cielo (1 Corintios 6: 10). Pero de ahí nos sacó el Señor y por eso debemos luchar en contra de ella, con el objetivo de hacerla morir, nos dice Pablo en 1 Corintios 6:11: Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
He ahí un vislumbre teologico en cuanto a este pecado de la avaricia. Busquemos una aplicación. Al Señor Jesús llega uno de entre la multitud para que el Señor medie entre él y su hermano sobre una herencia. El Señor conoce los corazones de los hombres y sabía lo que había en el corazón de él. No sienta el Señor precedente para no defender la propiedad privada, puede hacerlo pero por lo medios adecuados y con la actitud adecuada, claro que puede mediar, cómo el dueño de todo lo creado (Salmo 24:1-2); sino que él está para algo más importante, a saber, la asalvacion del alma de los hombres y la limpieza del ser interior de quienes son salvados. Este hombre no necesitaba de esa herencia, se deduce de las palabras del Señor, al Señor le interesa lo que está en su corazón porque eso le afectará su voluntad y su proceder. Ese hombre tenía posesiones y lo que quería era acumular de manera mal sana, tampoco estaba justificando al hermano este, probablemente estaba igual o peor. Este relato tampoco es prohibición para procurar algún bien material para el curso de su vida en esta tierra, siempre con la actitud y el enfoque correcto (1 Corintios 7:29-31).
La felicidad no deviene de que el hombre posea todo, sino de la riqueza para con Dios. Salomón, en el Eclesiastés, es el tipo de hombre insatisfecho con todo, pero no porque carece de todo, sino precisamente porque lo alcanzó todo, lo podo todo, pero estaba alejado de Dios (Cp. Eclesiastés 2:1-11). No cabe duda que si tiene a Cristo, lo tiene todo, aunque carezca de todo materialmente; pero si no tiene a Cristo, carece de todo, aunque posea de todo, de tal manera que no le haga falta nada materialmente. Y al final, el día de su muerte, otros disfrutarán por aquello que se afanó, mintió, robó y fue objeto de distanciarse con la misma familia, es que se peleó con todo mundo; y todo lo que estuvo a su nombre aquí no le sirvirá para nada cuando comparezca ante el alto trono de Dios. Y si tiene a Cristo y le concede bienes materiales, gloríese en el Señor, póngalo a Su disposición para que además, sea rico en buenas obras, cómo está escrito: A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna (1 Timoteo 6:17-19).
¿Caminamos caminante?
Suyo en Cristo Jesús, su hermano y amigo, Erick Solís Girón.
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