Cuídate al adorar

CUÍDATE, AL ADORAR
Continuación de nuestra serie: CUÍDATE.

     Abramos, o encendemos, nuestras Sagradas Escrituras en Deuteronomio 12:13, en dónde leemos:

«Cuídate de no ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar que vieres»

     En algún momento de estas nuestras meditaciones, en torno a lo intitulado cuídate,  consideramos la salida de Israel de Egipto, en dónde habían estado 430 años de esclavitud, tiempo más que suficiente para ver las costumbres de los egipcios y que se les pegase, no algo, sino mucho de su forma de adorar. No fue casualidad que saliese un becerro del oro fundido, como lo quiso hacer ver Aaron en Éxodo 32:24, sino que tuvieron un firme objetivo en ese becerro, los años del desierto demostró lo apegados que estaban a Egipto, su estilo de vida y religosidad, o sea que salieron de Egipto pero al parecer Egipto no salió de ellos. Entonces, al entrar a la tierra prometida el Señor les da leyes, mandamientos y decretos (v.1), indicandoles su forma de proceder al entrar a esta tierra que fluye leche y miel, pues ellos serían un pueblo apartado, santo para el Señor. Y dentro de las indicaciones estaban el lugar de su adoración. Vemos aquí dos santuarios, el uno ya establecido, que era abominación al Señor, era el que los cananeos levantaron a sus dioses, tienen características bien definidas, según leemos: Destruiréis enteramente todos los lugares donde las naciones que vosotros heredaréis sirvieron a sus dioses, sobre los montes altos, y sobre los collados, y debajo de todo árbol frondoso (v.2). Y su actitud ante este es de destrucción, derribar, quebrar las estatuas y raer —arruinar, deshacer, exterminar— su nombre, es decir, no sé habrían de mencionar mas.

  El otro altar estaba aún en el futuro al tiempo de la advertencia, será un lugar que el Señor indique, dónde indique y celebrarían como él lo indique. Allí habrían de ir y celebrar al Señor y tener comunión con el (vrs.5-8). No está demás mencionar que del santuario idolatrico ni aún su oro o su plata debían de codiciar (Deuteronomio 7:25); menos su culto para introducirlo al culto al Señor. Eso nos hace pensar cuál es la opinión que el Señor tiene del sincretismo religioso, del ecumenismo y del pragmatismo religioso. Ellos, más adelante, encontraron un lugar al cual llamaron Silo y ese fue el centro de reunión durante mucho tiempo hasta que el Señor lo destruyó por la impiedad de Israel, sentencia que sucedió tambien con el templo de Salomon y, también, por la impiedad de Israel (Jeremías 7:12, 14; 26:6, 9); esto para demostrarle a Israel la desaprobacion del Señor a la idolatría, y que no la aceptaría aún si la hacen en el nombre del Señor, y que no está dispuesto a compartir su gloria con nadie, cómo está escrito: Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.desaprobacion (Isaías 42:8).

     Ahora bien, para el creyente del Nuevo Testamento es válida esta advertencia también. Los mismos principios de reunión para los fieles del Antiguo Testamento podrían aplicarse a los del Nuevo, solamente que ya no en rituales propios del culto Levitico, si hay un lugar pero es en cualquier lugar, es en el Nombre del Señor siempre, con su autoridad y bajo su autoridad. Los israelitas buscaron un lugar cuyo nombre fuese Silo, pero no era un lugar sino una persona, según leemos en Génesis 49:10 No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh; y a él se congregarán los pueblos. Sería, nos dice la profecía, en un tiempo futuro al tiempo en que Jacob declara la bendición a Judá su hijo y un tiempo determinado. Todo apunta que este Siloh es una profecía del Señor Jesucristo. El Señor quien viene, según la carne, de la tribu de Judá y quién vino en un tiempo en que Judá no gobernaba en Israel (no será quitado el cetro de Judá sino hasta), es más, un idumeo está en el trono como lo era Herodes; y vino en un tiempo en que Israel tenían intervención en su legislación (ni el legislador entre sus pies), leemos que, al Señor Jesús, no le pudieron dar muerte los líderes judíos, pues no se les era permitido según Juan 19:31, cosa que no siempre obedecieron estos líderes judíos pues vemos el caso de Esteban y de Jacobo, eso demuestra que cuando les convenía se ajustaban a las disposiciones romanas y su doble moralidad.  Y a él se congregarán los pueblos, dice el texto. No era un lugar, era una persona. Siloh significa el portador de la paz. Viene de la misma raíz para shalom o paz. La profecía indica que el Mesías sería el Príncipe de Paz (Isaías 9:6). Entonces no es un lugar sino que es es a Él, puede ser en cualquier lugar siempre y cuando sea a Él. El Señor Jesús lo dijo también en Juan 4:20-21: Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Y luego añade: Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren (ves.23-24) y luego se identifica como el Mesías que habría de venir (vrs. 25-26). Es fácil concluir entonces que su culto debe ser al Señor Jesucristo, reunido al Señor Jesucristo, desprovisto de toda su justicia personal, sino solamente la de el Señor Jesucristo (Filipenses 3:9); esto es garantía para nosotros pues solamente en Él es que somos aceptos, cómo está escrito: para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado (Efesios 1:6). En Juan 4:23 nos explica el Señor unos elementos, leemos: Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren, y en el versículo 24 remacha la idea: Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.

     En espíritu y en verdad. El pueblo de Israel —Jerusalen— había reducido la adoración a ceremonias y meros ritualismos, sin fe y sin amor verdadero a Dios y menos a su projimo, con cumplir el ritual ya está hecho; y los de Samaria —este monte, el monte de Semer— con su culto lleno de sincretismo, su mezcla de la ley del Señor sin abandonar su paganismo, lo que los hacía una adoración falsa, no escrituraria. Pero quedan descalificados ambos.

     Con la venida del Mesías, el Señor Jesucristo, la adoración verdadera puede llevarse a cabo, la posición corporal del adorador, en cualquier lugar, en una cárcel, en una cueva, en un lecho de dolor o de muerte, pero, espiritualmente, es llevado a cabo en el mismo Trono de la Gracia de Dios. Todo aquel culto no era en el espíritu, en el interno, era externo y, muchas veces, en hipocresía. Todo lo que haga el creyente en Cristo, o deje de hacer, piense, hable y también cante, lo hace aquí, en esta tierra, en dónde se encuentre su cuerpo, pero tiene resonancia en el cielo, en el Trono de la Gracia, en la misma presencia de Dios.

     La hora viene, y ahora es. No es necesario vivir en el pasado, ni tampoco esperar algo en el futuro, es ahora el tiempo de un culto bajo la dirección del Señor Jesucristo por su Espíritu Santo. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. (Hebreos 4:6).

     Pero, no se olvide que su culto, en el Nombre del Señor Jesucristo, tiene efectos verticales y horizontales. Verticalmente va dirigido al Padre en el Nombre del Señor Jesucristo; y, horizontalmente, tiene connotaciones hacía nuestros semejantes, leemos en las Escrituras, en Hebreos 10:19-20,22-25: Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.

     Obedezcamos, entonces, el llamado de Dios, cómo está escrito: Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio (Salmo 50:6). Vea usted en este texto:

  • Vea la autoridad para reunirse: Juntadme.
  • Vea el mandato del Señor: Juntadme.
  • Vea el sentido de pertenencia de los congregantes: Mis santos.
  • Vea el carácter de los congregantes: Santos.
  • Vea la relación que los une: hicieron pacto con migo.
  • Vea el costo de su unión: con sacrificio

     Su salvación es gratis para usted, pero no significa que no tuvo un costo, fue con sacrificio, y Él, Mesías, a quien ahora usted se reúne, él mismo se sacrificó por usted. Adoremos, pues, a aquel que ha hecho todo esto posible, la salvación, agradándole en todo, con temor y reverencia (Colosenses 1:10; Hebreos 12:28).

     ¿Caminamos caminante?
     Suyo en Cristo Jesús, su hermano y amigo, Erick Solís Girón.

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