¿Cómo he de vivir el tiempo que me resta en la carne?

¿CÓMO HE DE VIVIR EL TIEMPO QUE ME RESTA EN LA CARNE?
Continuación de nuestra serie: A LA VÍSPERA DE LA ETERNIDAD

El tiempo que resta en la carne no es una resolución a vivir en la carne, presento mi pregunta en el mismo sentido en que apóstol Pedro lo hizo. Veamos lo que este insigne apóstol tiene que decirnos en cuanto a esta vida como plataforma para nuestro destino en la eternidad, es que si, estamos a la víspera de la eternidad. Leamos las Escrituras:

«para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios».

(1 Pedro 4:2)

O, el resto de la vida natural, mientras estemos en esta carne, mientras dure nuestro peregrinar en esta carne o como sea, la idea es que el tiempo que resta, el tiempo restante, el tiempo que queda; la palabra resta, en griego epiloipos, es lo relativo de lo que queda de un todo. Sería asi: ‘el tiempo que les queda’. En este respecto también nos Instruye el salmista en nuestro salmo 90, y nos da tres aspectos que debemos atender en vida terrenal, y esto por nosotros y no esperar a que alguien hagan algo por nosotros a fin de que seamos salvos, es que no hay una solución post mortem —o después de la muerte—. Leamos las Escrituras:

1.VIVIR EL TIEMPO QUE NOS QUEDA CON QUEBRANTAMIENTO Y CONVERSIÓN. Salmos 90:3: Vuelves al hombre hasta ser quebrantado, y dices: Convertíos, hijos de los hombres.

La palabra quebrantado, en hebreo, puede significar triturar, hacer polvo, contrito y quebrantar. Este quebrantamiento que hace Dios del hombre es para su bien, pues el estar con corazón quebrantado, contrito y humillado delante del Señor es el sacrificio que a Él le agrada y es a la persona que jamás despreciar el Señor (Salmo 51:17). Este da un sinónimo de arrepentimiento, de hecho, nuestro texto del Salmo 90:3, nos sugiere en un paralelismo perfecto, la idea de la conversion; es decir, de volverse al Señor —a Quien antes le daba la espalda— y dejar su pecado a causa de su rebelión —a quien le daba el frente—; ahora le dará el frente a Dios —en reconocimiento de su autoridad y lo hará con sumisión— y le dará la espalda a su pecado —en menosprecio y aborrecimiento—. Es que no puede convivir con Dios y el pecado a la vez, con Dios y los demonios a la vez, no hay concordia entre Cristo y Belial (2 Corintios 6:15); por eso es necesario convertirse de los ídolos al Señor, como está escrito: porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero (1 Tesalonisenses 1:9). El quebrantamiento da la idea de arrepentimiento. El Señor se presenta como una piedra grande y que tiene dos funciones, a saber, que quebranta y desmenuza, leamos las Escrituras en Mateo 21:44: Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará. ¿Cuál es la diferencia? ¿A quien quebranta y a quien desmenuza? El que cayere sobre esta piedra será quebrantado, nos da la idea que la persona va a caer sobre la piedra, va a encontrar un cimiento firme en ella, va a poner sus pies sobre la roca, se someterá a Cristo, que, de hecho, era lo que los líderes judíos no querían hacer con Cristo; y, sobre quien ella cayere, le desmenuzará, o le triturará, le pulverizará, nos da la idea de juicio. Todo depende si va en el vacío y encuentra firme cimiento sobre Cristo, será quebrantado o en arrepentimiento para ser salvo; va en el vacío y Cristo la roca que le cae encima —como aquella mujer que dejó caer un pedazo de una rueda de molino sobre la cabeza de Abimelec, y le rompió el cráneo, de Jueces 9:53—; es decir, le caerá encima para juicio.

Pero esto debe ser una actitud de todo el tiempo. La vida del arrepentido debe ser de continuo arrepentimiento. Es que ahora es susceptible al pecado, ahora el pecado lo acosa, el pecado ya no es algo que lo entretiene sino que lo atosiga; claro que sigue siendo rico el pecado para el creyente, claro que sigue teniendo atractivo, de lo contrario, no habría más tentación para el creyente, pero esto en la carne, el único reposorio que el pecado ha encontrado para la anomia y usos viles de nuestros cuerpo. Pero, como vivo para Dios, como alguien que ya lleva la naturaleza divina, alguien que ahora quiere parecerse más a su Dios, en el espíritu, ese mismo pecado lo atosiga. Y es necesario su quebrantamiento cotidiano porque sigue pecando contra su Señor, por eso es necesaria su confesión de manera cotidiana, ya no para ser salvo sino para gozar de la amistad con su Señor, gozar de la comunión que ya tiene con su Dios (1 Juan 1:5-10; 2:1).

Veamos otra área sugerida por el salmista.

2. CON SABIDURÍA. Salmos 90:12: Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.

Después de la conversión y continuo arrepentimiento ante el Señor, es igual de importante cómo hemos de vivir y que esto sea con sabiduría. El apóstol Pablo enseñó: *Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios (Efesios 5:25). No es posible que digamos ser santos prosicionalmente, pero vivamos como paganos; nos presentemos como seguidores de Cristo pero que vivamos como hombres perversos —ben beliyyaal, en hebreo— o hijos de Belial, dicho en términos novotestamentarios, hijos del diablo.

Otra área sugerida por el salmista:

3. CON OBRA CONFIRMADA. Esto lo vemos en Salmos 90:17 Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros, y la obra de nuestras manos confirma sobre nosotros; sí, la obra de nuestras manos confirma.

Dice Pablo que el propósito de nuestro conversión es para ser siervos o esclavos, como está escrito: porque ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero (1 Tesalonisenses 1:9). Si, es para servir —douleu, en griego o esclavo—; de hecho, cuando predicamos el evangelio y cuando se nos predicó, fue para confesar a Jesucristo como Señor (Romanos 9:2; Filipenses 2:11). Prácticamente, el mensaje del Embajador en nombre de Cristo es: «Mi Soberano está buscando súbditos que le sirvan como esclavos» ; de hecho, en la eternidad, que llamamos futura, será de servicio al Señor, como está escrito: Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos y también: Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán (Apocalipsis 7:15; 22:3). Entonces que mejor si empieza a servirle aquí, a ponerse a su disposición desde aquí, que allá continuará a hacer lo que empezó aquí.

No tengo temor en afirmar que la invitación del evangelio es para ser esclavos de Cristo, porque venimos de una esclavitud, la esclavitud del pecado, de satanás, venimos de un amo déspota, que nos aborrece. Porque Satanás no ama a la humanidad, la aborrece, porque la aborrece es que busca que se pierda; en cambio el nuevo amo nos ama, nos sirvió primero, se sacrifico por nosotros para, precisamente eso, librarnos, hacernos libres. Así que, sirvamos a la justicia y nunca más al pecado, como está escrito: No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia (Romanos 6:12-13). Y sírvale mejor cada día.

Cómo ha de vivir el tiempo que le queda es algo que debe atender prontamente, ya sabe lo que le sugiere el salmista, ya sabe lo que le manda su Señor. Pero puede que se pase de los ochenta años o que ni llegue a los setenta años, que sea dentro de un mes, el otro año, en enero…¡hoy!

¿Caminamos caminante?
Suyo en Cristo Jesús, su hermano y amigo, Erick Solís Girón.

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