UNA PRÁCTICA REGLA DE INTERPRETACIÓN BIBLICA

UNA PRÁCTICA REGLA DE INTERPRETACIÓN BIBLICA
Introducción de nuestra serie: PERFECCIONANDO LA SANTIDAD

     Abrimos nuestras Sagradas Escrituras y consideremos las palabras que el apostol Pablo dirige a la Asamblea Cristiana ubicada en Corinto, leemos en 2 Corintios 7:1:

«Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.»

     Permítame darle un consejo, que no pretendo que sea reconocido por los expertos como una regla de interpretación bíblica, pero, para mí, es una regla bien práctica al momento de estudiar las Sagradas Escrituras y vivirlas, me ha funcionado, y es esta: al momento de leer las Escrituras, vea todo lo que le atañe a Dios hacer y acójase a ello con fe y pídalo en el Nombre del Señor Jesucristo y Él hará lo que le corresponde hacer; y vea todo aquello que le corresponde hacer a usted, y hágalo con fe, en obediencia, en el Nombre del Señor Jesucristo.

     Es que es necio tratar de hacer lo que a Dios le corresponde hacer y, más necio aún, es esperar a que Dios haga lo que a nosotros nos atañe hacer. Imagínese, le ejemplifico esto, que en la gran comisión, nos metamos a tratar de crear fe en la audiencia que nos oye predicar el evangelio, eso no me atañe a mi, es un misterio de cómo el Espíritu Santo redarguye y convence de pecado, de justicia y de juicio a los hombres; pero sí hay personas que, neciamente, tratan de hacerlo y terminan manipulando a las personas, creando emociones, a efecto de que hagan ‘una decisión por Cristo’, al final no son conversiones verdaderas sino que crean a simples profesantes que creen que van al cielo, pero que no han dejado el camino que los conduce al infierno y su vida los delata (Tito 1:16), pues no es esa la función del predicador; pero más necio sería de mi parte el que, en esa gran comisión, yo pretenda que el Espíritu Santo sea quien vaya a todo el mundo, salga a invitar a las personas, se prepare bíblicamente, ore, se santifique y redacte su sermón, se levante a su púlpito y se apegue lo más que pueda a su texto escogido para predicar, esa no es su función encomendada, el texto dice: Id, por todo el mundo y predicad el evangelio. Yo no tengo que estár habido de que ‘pasen al frente’; claro, habido de conversos pero por el Espíritu Santo y por eso debo de santificar al Señor en mi corazón y estar siempre preparado para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros (1 Pedro 3:15). Eso ocurre no solo en este ejemplo de la predicación sino en el llamado a un servicio y también a tomar alguna actitud cristiana o a abandonar una actitud que no es de personas que profesan piedad (Cp. 1 Timoteo 2:10). Entonces, ver lo que le atañe a Dios hacer y abandonarnos a la buena voluntad de Dios, que siempre es agradable y perfecta (Romanos 12:2); y ver lo que se nos manda a que nosotros hagamos y obedecer inmediatamente que se nos mandar a hacerlo.

     En este nuestro pasaje vemos esas dos cosas, lo que es de Dios, según leemos: las tales promesas y la santidad de Dios; y lo que es nuestro, limpiemonos y perfeccionando. O sea que Dios da las promesas y nosotros nos limpiamos, es la santidad de Dios y nosotros perfeccionamos.

     Así es de sencillo y práctico el evangelio y nuestra vida de fe. Una vez salvados trabajamos en asociación con Dios, Dios hace en nosotros, produce en nosotros y nosotros hacemos también, una unión mística que no estamos llamados ni a dudar y ni a cuestionar. Del cómo lo hace Él,  es un asunto que ya nos explicará, en el Tribunal de Cristo; y del qué y cómo lo hacemos nosotros, ya llegará el momento en que daremos cuenta, en el Tribunal de Cristo, como está escrito: Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. (Hebreos 13:30-21). El hermano Jerry Bridges en su libro: En pos de la santidad, reconoce su error, y propablemente el de muchos creyentes nuevos, y comenta que en los inicios de su vida cristiana se encontró con 2 Crónicas 20:17, lo cito: «No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros», y —afirma Bridges— al margen de su biblia escribió: _»un ejemplo de lo que es el andar en el Espíritu»_. Siguen afirmando el autor que todo esfuerzo en la vida de santidad es abominación, que no es de fe, pero  Bridges había ignorado, obviamente debido a su inexperiencia en la vida cristiana, lo que nos manda el Señor a nosotros para hacer, cómo haced morir, que os abstengais, huid, ni deis lugar, entre otros verbos rectores. Y digo que fue debido a su inexperiencia pues en todo su libro su tesis es el trabajo en asociación con Dios para lograr una vida de santidad.

     Meditemos en torno a este nuestro texto, en lo que nos atañe a nosotros hacer en la vida práctica de nuestra fe, en el crecimiento de la gracia y el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, en limpiarnos de toda contaminación de carne y de espíritu y así perfeccionar la santidad en el temor de Dios. ¿Me acompaña?

     Mientras tanto, ¿Caminamos caminante?
     Suyo en Cristo Jesús, su hermano y amigo, Erick Solís Girón.

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