NO CABE DUDA QUE A LOS QUE A DIOS AMAN…

NO CABE DUDA QUE A LOS QUE A DIOS AMAN…
Continuación en la presentación de nuestra serie: SANANDO NUESTRAS MANOS

     Le invito a que abramos nuestras Escrituras, siempre en el Evangelio según San Mateo 12:11, en dónde recibimos la Palabra de Dios para nosotros:

«Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra.»

     Que nos tengan beligerancia es triste, o que hagamos algo y nos malinterpreten, o que no hemos hecho algo malo y ya estén maquinado algo para inducirnos a hacer algo malo y si no caímos en su dolo, siempre procuren destruirnos. Ese fue el caso del Señor Jesucristo con los escribas, Fariseos, Saduceos, sacerdotes y los líderes religiosos del pueblo que se asociaron con los líderes del gobierno civil, impuesto por Roma, a efecto de destruirle (Mateo 12:14; Marcos 3:6; Lucas 6:11), grupos que disedian entre sí, como Fariseos y Saduceos, como Herodes y Poncio Pilato que estaban enemistados, como Barrabás y los soldados, pero que tenían en común una sola cosa, su aborrecimiento al Señor Jesucristo.

     La forma en que inició este otro milagro en beneficio a este hombre de la mano derecha tullida o seca, fue buscando ocasión contra el Señor Jesucristo, leemos que «le acechaban los escribas y los fariseos, para ver si en el día de reposo lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarle» (Lucas 6:7), la misma opinión tienen Mateo y Marcos, «para poder acusarle» (Mateo 12:9; Marcos 3:1), y al final lograron darle muerte, los discípulos reconocieron después de su resurrección: «y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron» (Lucas 24:20).

     Pero todo obró para bien, en este caso y en todo momento del ministerio terrenal del Señor Jesucristo, hasta su muerte, inclusive, todo se convirtió en bendición y para bendición, en Romanos 8:28 leemos: «Sabemos que Dios dispone todas las cosas para bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo con su propósito» (Dios Habla Hoy); bien podríamos aplicar al Señor Jesucristo, las palabras de José dichas a sus hermanos: «Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo» (Génesis 50:20), y aquí no fue la excepción.

     Fue beneficiado el hombre de la mano seca con su sanidad. Pero los evangelistas resaltan algunas cosas del Señor Jesucristo en este milagro.

1. Hizo el milagro.
2. Manifestó su misericordia.
3. Manifestó su autoridad y señorio sobre la enfermedad.
4. Reinterpretó las Escrituras.
5. Manifestó el conocimiento profundo y amplio que tiene de los pensamientos y la voluntad de los hombres (Lucas 6:8), cosa que solamente Dios puede hacer (Jeremías 17:9-10).
6. Tambein tuvo profundo dolor por la situación de los hombres perdidos, expresado en el enojo y la tristeza que tuvo por la dureza de sus corazones (Marcos 3:5).

     O sea que tuvo compasión hasta de sus detractores o especialmente a ellos. No los vio con rencor sino como lo que son, hombres perdidos que están y van a la condenación eterna y que necesitan de la salvación. Así fue hasta en su crucifixión cuando clamó intercediendo por sus burladores y ejecutores, los soldados, sacerdotes y el pueblo que estaba viendo el espectáculo (Lucas 23:48), como está escrito:  «Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes» (v.34). O sea que si el hombre pecador se pierde no es por falta de voluntad del Señor, no por falta de amor, ni falta de intercesión del Señor, sino por su propio pecado.

     Pero los beneficiarios de este hecho seguimos siendo muchos, pues hasta el dia de hoy somos beneficiados nosotros.

     Continuará, Dios mediante.

     ¿Caminamos caminante?
     Suyo en Cristo Jesús, su hermano y amigo, Erick Solís Girón.

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