Hacernos pueblo suyo

HACERNOS PUEBLO SUYO
Continuación de nuestra serie: COSAS QUE AGRADARON A DIOS

Al continuar en nuestras meditaciones entorno de aquellas siete cosas que, leemos en las Escrituras, agradaron a Dios hacer, consideremos la quinta de nuestra serie. Leamos las Sagradas Escrituras en 1 Samuel 12:22:

«Pues Jehová no desamparará a su pueblo, por su grande nombre; porque Jehová ha querido haceros pueblo suyo.»

Si bien es cierto, por el contexto en que aparece nuestro texto, que es el Antiguo Testamento, este pueblo es Israel; y considerando que ante el Señor, en esta dispensación, habemos tres pueblos, a saber, judíos, gentiles y la iglesia, como está escrito: No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios (1 Corintios 10:32); y que de la iglesia, no es menos cierto el gran amor que el Señor le tuvo y le tiene a su Iglesia, como está escrito: Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa , que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha (Efesios 5:25-27). Entonces no estaríamos fuera de los propósitos, el amor, y la apreciación que Dios tiene de la iglesia, si aplicamos a la Iglesia este pasaje. La profecía afirma que el Señor Jesucristo Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos (Isaias 53:11); ya meditamos en que agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación (1 Corintios 1:21); también leemos de su actitud al enfrentar la cruz, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios (Hebreos 12:2), que no significa que no le dolió, he dicho que los sufrimientos de Cristo tienen un sabor agridulce, es dulce para nosotros, es el pan sustentador, es el agua que sacia, es quien nos llena y satisface y nos hace estar completos (Colosenses 2:10); pero fue agrio para él a tal punto, entre otras cosas y el castigo más duro, experimentar el abandono del Padre celestial. Es por eso que, el apóstol Pablo anhelaba asirse de Cristo así como fue asido por él (Filipenses 3:12) y ese es el todo del creyente, este no se complace más sino solamente en agradar a Dios, como está escrito: para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz (Colosenses 1:10-12).

A propósito, en Efesios 5:25-27, vemos todo el panorama de la iglesia, vemos el pasado, el presente y el futuro de la iglesia, vemos lo que experimento a pesar de, lo que experimenta debido a, y lo que experimentará debido a. También vemos a la iglesia en su relación con el pecado y su liberación del mismo. Vemos todo lo predestinado por Dios para los que ha llamado. Veamos:

  1. El pasado. Efesios 5:25. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella. Note el tiempo pasado del verbo amar. Jesús amó, no significa que no la ama en el presente, los creyentes seguimos siendo objeto del amor de Dios, pues leemos que somos amados de Dios (2 Tesalonisenses 2:13). Cuando afirma amó, se refiere a un tiempo perfecto, a algo consumado y no a algo que falte. Esa misma idea es de Juan 3:16 amó al mundo, porque tomó una decisión al hacerlo. Dice Pablo que el amor es activo, es una decisión, es acción y movimiento, pues se entregó a sí mismo por ella. Y esto a pesar de que eramos enemigos de Dios en malas obras, a pesar de ser aborrecedores de Dios (Romanos 1:30) y aborrecedores de lo bueno (2 Timoteo 3:3). La iglesia aquí fue perdonada por Cristo y liberada de la pena del pecado, pues está escrito: Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu (Romanos 8:1).
  2. El presente. Efesios 5:26: para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra. El sacrificio de Cristo no debe ser en vano, es para apartar para sí del mundo a la iglesia. De hecho es bien sabido que etimológicamente la palabra iglesia es los llamados fuera. Para santificarla, es decir, para irla transformando mediante el poder del Espíritu, como leemos: Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor (2 Corintios 3:18); habiéndola purificado, se refiere al perdón de los pecados. Entonces, si es necesario la purificación en el lavamiento del agua por la palabra, pero es necesaria la santificación. La iglesia aquí, una vez perdonada por Cristo, mediante la disciplina en la Palabra está siendo liberada del poder del pecado.
  3. Futuro. Efesios 5:27: a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Ese es el gran objetivo del Señor, usted y yo no somos un plan piloto, no somos un experimento para ver qué sale, somos el plan de Dios. El Señor nos quiere llevar y presentarnos ante el con gloria, sin mancha, ni arruga ni cosa semejante, y así estaremos siempre con el Señor (1 Tesalonisenses 4:17). Esto es lo que se llama la glorificación. La iglesia aquí, debido a su relación con Cristo, es liberada de una vez por todas, ya no sólo de la pena del pecado y del poder del pecado, sino que tambien de la presencia del pecado. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria (1 Corintios 15:53-54).

Conviene preguntarnos, ¿por qué amó el Señor Jesus a la iglesia, hasta sacrificarse por ella? Bueno es para santificar a la iglesia. ¿Y por qué quiere santificar a la iglesia? Porque se la quiere presentar con gloria como una esposa, que esté sin mancha y sin contaminación. Es válido aplicar tambien, que no la amó para dejarla tirada en el camino, como temía Moisés que dijesen del Señor con Israel sus enemigos, compárese Deuteronomio 9:28 no sea que digan los de la tierra de donde nos sacaste: Por cuanto no pudo Jehová introducirlos en la tierra que les había prometido, o porque los aborrecía, los sacó para matarlos en el desierto. Los planes que el Señor tiene para los suyos son tan altos, siempre son de paz y bienestar, como está escrito: Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis (Jeremías 29:11), son tan así, que no hay diablo, demonio ni circunstancia que los estropee (Romanos 8:32-39). Con razón dice nuestro texto que Jehová no desamparará a su pueblo, por su grande nombre; porque Jehová ha querido haceros pueblo suyo. ¿Se va a dejar vencer por la situación que esté atravesando? Es importante seguir luchando. Otra pregunta, ¿ha estado creciendo en esa santidad en el presente? Es determinante seguir avanzando. Solo otra pregunta, como evidencia de su salvación…

¿Caminamos caminante?
Suyo en Cristo Jesús, su hermano y amigo, Erick Solís Girón.

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