EL TEMOR

EL TEMOR
Continuación de nuestra serie: PAZ EN LA TORMENTA

Abramos una vez más nuestras Escrituras y adelantamos un pasaje más en nuestra historia y leemos en Mateo 8:26:

«Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza».

El Señor Jesucristo identificó muy bien el problema de los discípulos. Es la poca fe y el temor. La poca fe, no se refiere a la falta de salvación, los discípulos ya tenían la salvación, eso es indudable, sino más bien a la poca confianza en Dios en sus propósitos, planes y poder para guardarlos y guiarlos. Sería un estado de pobreza espiritual, de su confianza en Dios y que se manifestaba en esa debilidad que estaban mostrando, cuando necesitaba ser ejercida por esos momentos de adversidad que estaban atravesando. El otro problema, derivado de este, era el temor.

Básicamente existen tres clases o grados de temor, a saber, el amor y respeto y pánico a Dios debido a su santidad y poder (Apocalipsis 15:4); el reconocimiento, respeto y pánico a la autoridad delegada; y, el temor mal sano a las circunstancias.

Según el diccionario bíblico, las diversas traducciones hacen referencia a temer, ser temeroso, temblar, tener miedo de, temblor, miedo, asustar o espantar, ocasionar temblor, estremecimiento de miedo. También, hacer que algo o alguien se asuste y huya, o corra hacia cierto sitio. En griego es fóbos, de dónde viene nuestra palabra fobia que a su vez es «un temor intenso e irracional de carácter enfermizo hacia una persona, una cosa o una situación» (Diccionario en línea Oxford Languages).

De manera que la palabra se usa para referirse a un espectro amplio de emociones, como la preocupación profunda (2 Corintios 11: 3; 12: 20; Judas 23) hasta el terror sin sentido (Mateo 14:26).

Veamos las siguientes referencias. En ocasiones, el temor involucra un sentido de respeto por alguien superior a uno como la autoridad (Romanos 13:7; 1 Pedro 2:18, en dónde respeto en griego es fobos; cf. Job 32:6), o por sus padres (Levítico 19:3). Algunas veces describe un sentimiento de temor reverente (Isaías 6:5; Lucas 5:26; 7:16). En este respecto, la palabra se usa de manera intercambiada, a veces la palabra involucra el temor reverencial que el hombre debería sentir por la majestad, el poder y la posición exaltada de Dios como su Hacedor, simplemente porque no es como nosotros, es más Alto, Poderoso y Santo (léase Isaías 57:15). Así es como en nuestro español nos puede indicar «reverencia», «respeto», «temor reverencial» y «temor»; y también, en algunas ocasiones se traduce como la reacción más extrema del temor reverencial mezclado con el terror, pánico o fobia que el hombre natural experimentaría al estar en la santa presencia de Dios, como por ejemplo Jacob, de quién se dice y dijo el mismo que tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo (Génesis 28:17); o como la experiencia de Moisés quien dijo Estoy espantado y temblando (Hebreos 12:21); como le ocurrió al rey Belsasar Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra; o como a Saulo de Tarso en las afueras de Damasco, Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿Qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer (Hechos 9:6). Ahora bien, esta clase de temor no entra en el que echa el perfecto amor (1 Juan. 4:18); sino, antes bien, es la clase de temor que las Escrituras nos mandan a tener (Apocalipsis 14:7; Job 28:28; Salmo 2:11; 111:10; Proverbios 1:7, entre otras citas).

Hay algo que debemos de aclarar, el hecho de sentir ese pánico ante la presencia de Dios por la manifestación de su santidad y poder, no significa automáticamente salvación en la persona que está temblando temerosa; en Jacob, Moisés y Saulo vemos frutos dignos de arrepentimiento, pero en el caso de Belsasar dudo mucho que haya habido un arrepentimiento, es a partir de ahí en que se puede dar una entrega a Dios, y se nota por los votos de Jacob y las palabras de Saulo a quien más adelante conocimos como Pablo.

El temor que los discípulos estaban sintiendo en nuestra historia, era el que he denominado, un temor mal sano.

Continuará, Dios mediante.

¿Caminamos caminante?
Suyo en Cristo Jesús, su hermano y amigo, Erick Solís Girón.

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