EL AFAN Y LA ANSIEDAD: PRIORIDADES, PARTE 3

EL AFAN Y LA ANSIEDAD: PRIORIDADES, PARTE 3
continuación de nuestra serie: HOMBRES DE POCA FE

     Abramos nuevamente nuestras Escrituras en Mateo 6:33 y leemos en el Nombre del Señor Jesucristo:

«Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas»

     Ya establecimos que este reino es el reino de la gracia, el proclamado en la dispensación de la iglesia y por la iglesia (Efesios 3:10), traído por el Señor Jesucristo (Marcos 1:15) y al que es necesario entrar con arrepentimiento y el nuevo nacimiento, pues, de lo contrario, no podremos entrar al reino futuro de gloria (Juan 3:3-5; 1 Corintios 6:9-10; Gálatas 5:19-21). 

     Pero no nos olvidemos de la conclusión del Señor, de todo su discurso en lo referente al dinero, el afán y la ansiedad, dice el Señor: «Buscad», este buscar sea de manera literal o figurativamente, es ser específico en algo, sea para bien o para mal, en el sentido bueno, connota tambien la idea de adorar a Dios. 

     El gran propósito de la existencia de los hombres es que busquen a Dios. La salida de Adán del huerto del Eden no fue para desampararlos por completo, de hecho, esta disciplina y/o castigo del Señor fue también para protegerlos, como está escrito en Génesis 3:22 «Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre». El hombre no podría estar así para siempre, no habría de ser caído así por toda la eternidad, ya antes el Señor ya había dado la profecía acerca de la simiente de la mujer —el proto evangelicum, por excelencia—que nacería y que aplastaría la cabeza a la serpiente, o eliminaría la obra que Satanás inició en el hombre (v.15); y precisamente para eso vino el Señor Jesucristo, para restaurar la imagen de Dios perdida en el hombre, esa imagen empañada por el pecado.

     En Hechos 17:26-27 leemos: «Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros». Es decir, la predifijación del orden de los tiempos o de sus tiempos, las diversas dispensaciones y especialmente la dispensación de la iglesia en esta época de la gracia, es para que puedan buscarle «si en alguna manera puedan hallarle».

     Pero, la mayor parte de los seres humanos y en todos los tiempos están afanados trabajando por “la comida que perece” y no se interesan «por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre» (Juan 6:27); piensan, se afanan y hasta guerrean, por el agua de la cual volverán a tener sed, y dejan pasar el agua que, el Hijo del Hombre dijo, «mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna» (Juan 4:12-13); Isaías testificó en contra de los hombres de su generación, describiendo a los de todas las épocas, especialmente a esta en lo materialistas que hemos llegado a ser, su pregón fue este: «A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David» (Isaías 55:1-3).

     Oh pobres hijos de Adán, con frecuencia en demasía tendeis a hacer de las cosas materiales el principal propósito de vuestra existencia y vuestra vana esperanza es de que Dios será indulgente con vosotros, y que al final de vuestra existencia, añadirá la eternidad en gloria con él, luego de vuestro breve plazo de setenta y ochenta años, cuando el Señor, vuestro Salvador ahora, pero vuestro juez en aquel día, hos ha dicho: «Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee» (Lucas 12:15).

     Caros hermanos, el Señor Jesucristo quiere que demos a las cosas más importantes el primer lugar —primeramente, nos dice nuestro texto— y nos asegura que las cosas de menor importancia y menor valor serán dadas a cada uno de acuerdo con su necesidad. Cuando habla de «estás cosas os serán añadidas», se refiere a la comida y al vestido, que de eso viene hablando, pero esta es una sinécdoque para referirse a todo lo necesario para pasar su peregrinar en esta tierra.

     Ya marcamos el equilibrio que el Señor provee alimentación a todos, pero es necesario que vallamos a buscarlos; pero esta promesa es particular y literalmente cierta, de que Dios les hará llegar el alimento a aquellos siervos suyos, que por causa de la justicia son perseguidos, como el caso de Elías que fue asistido por el Señor mediante cuervos y mediate la viuda de Sarepta y esto fue de manera milagrosa.

     El asunto es que debemos de darle prioridad al reino de Dios y su justicia en nuestra vida y no cabe duda que como el Buen Pastor que es, con ternura y misericordia ungirá nuestra cabeza con aceite y nuestra copa estará revosando y, mejor aún, «en la casa del Señor miraré por largos días» (Salmo 23:6).

     Qué bueno es mi Cristo, tan grande es su amor.

     ¿Caminamos caminante?
     Suyo en Cristo Jesús, su hermano y amigo, Erick Solís Girón.

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