¿CÓMO VE DIOS EL PECADO?

¿CÓMO VE DIOS EL PECADO?
Continuación de nuestra serie: PERFECCIONANDO LA SANTIDAD

     Vuelvo a citarle 2 Corintios 7:1, debido a que es nuestro texto base, pero recorreremos las Escrituras para resolver lo intitulado. Leamos las Sagradas Escrituras:

«Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.»

     Iniciamos, en nuestra meditación anterior, a hablar sobre la santidad de Dios. Esto significa que Dios es perfecto, que no hay injusticia en él, que es separado de su creación y de los hombres, aunque esto no significa que no desee habitar con los hombres, pero para hacerlo exige un nivel alto que es la santidad. Esto le crea un problema al hombre pero que Dios mismo ya resolvió para el hombre, esto es, a saber, en Cristo.

     Dejábamos una pregunta en el aire en nuestra entrega anterior y que es el título de esta meditación. Comprender esto nos da la idea de por qué Dios reacciona así como reacciona contra el pecado y contra quién lo practica. Veamos las figuras vívidas y claras, que usan los escritores bíblicos para que comprendamos en una mínima ciantía, el Señor se baja a nuestro nivel, para explicarnos sobre nuestro mayor problema, a saber, el pecado:

1. Dios ve y compara el pecado, como meustro. Leemos en Ezequiel 36:17: Hijo de hombre, mientras la casa de Israel moraba en su tierra, la contaminó con sus caminos y con sus obras; como inmundicia de menstruosa fue su camino delante de mí. El camino del hombre se refiere a todo su proceder que no es desconocido delante de Dios. La idea en el original de Isaías 64:6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento, tanto de la palabra suciedad como inmundicia, la idea es de los trapos de flujo meustral y la idea que presenta Ezequiel para describir el pecado es del flujo en sí.

2. Dios ve y compara al pecado como vomito. En Isaías 28:8, leemos: Porque toda mesa está llena de vómito y suciedad, hasta no haber lugar limpio. Aquí se refiere a que tanto los sacerdotes como el pueblo se había desviado en pos de vicios y describe lo que fácilmente puede haber en una mesa de un borracho, su organismo está tan en descontrol por el alcohol que puede defecarse y vomitarse en su misma mesa. La idea de la mesa es bien interesante. Mesa del hebreo shulchan que es mesa extendida, convite, comida. ¿Alguien podría soportar que en su mesa, en dónde va a departir con sus allegados, y aconsumir alimentos, hacerlo y a la par de su plato hay vomito y estiércol? ¿Soportaría los malos olores? Si como humanos no lo haríamos, mucho menos Dios lo haría de recibir en su cielo a uno en sus pecados.

3. Dios ve y compara el pecado con ESTIÉRCOL. Volvemos a leer Isaías 28:8 y vemos que también hay suciedad. La palabra para suciedad del hebreo tso or tsoi, que significa: emitir suciedad como excremento. En 1 Reyes 14:10, el Señor advierte que barrería la posteridad de la casa del idolatra Jeroboam como se barre el estiércol. Cuando en su sala, a su nene se le salió el excremento del pañal, usted no se queda tranquilo y conhabita con ello, sino que se levanta barre y hasta limpia con agua y jabón, hasta borrar todo vestigio de excremento y sus olores.

4. Dios ve y compara el pecado como  CUERPO PUTREFACTO. Eso lo leemos nebel evangelio según San Mateo 23:27: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Una pregunta para interpretar este texto: ¿Que hay dentro de un sepulcro? Es cierto, cuerpos en estado de putrefacción y huesos de muertos.

     El apóstol Pablo al describir todos sus logros personales y que estos lo estaban alejando de Cristo, ese mismo celo religioso que lo tenía fuera de Cristo y convirtiéndolo en enemigo de Dios en malas obras (Cp. Colosenses 1:21), igual que los demás y nosotros también, él dice que lo tiene ahora como perdida y por basura (Filipenses 3:8). La palabra basura en griego es skúbalon que es lo que es desecho, lo que se tira a los perros, bazofia, inmundicia.

     Todas estas figuras que se presentan acá nos da la idea de repulsión, de desagrado, de algo con lo que no podríamos cohabitar, de la reacción inicial es de alejarnos o de quitarlo de delante de nosotros. Nadie, ningún ser humano, en su sano juicio, consiente la idea de morar con ninguna de esas figuras que los profetas, dictadas por el Espíritu Santo, usaron para describir al pecado y darnos una idea de cómo ve Dios el pecado. Pero, en el caso de Dios, es en un grado superlativo, precisamente porque es Santo. Pregunta el salmista: ¿Quién subirá al monte de Jehová?¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño. (Salmo 24:3-4).

     Es por eso que he afirmado, sin temor a equivocarme, que Dios juzgará el pecado en dónde quiera que lo encuentre y en quen sea que lo encuentre, si es salvó o es hijo, el Señor lo va a traer a juicio y es necesario que el juicio comience por su casa; y si no es salvo, igualmente tiemble, como está escrito: Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y:Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador? (1 Pedro 4:17-18). Es imperativo, entonces, que el hombre se separe de su pecado.

     Pero, reconozcamos, el hombre está metido en un serio problema con Dios, no con sus autoridades terrenales, sino con Dios, el Todopoderoso, el Creador del universo. El hombre es pecador, seamos sinceros. Pero Dios ya solucionó el conflicto del hombre, esto es, en Cristo. Es necesario ver eso.
     Continuará, Dios mediante, mientras tanto, ¿Caminamos caminante?
     Suyo en Cristo Jesús, su hermano y amigo, Erick Solís Girón.

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