Y SE ACORDÓ DIOS DE ANA, LA QUE EXPERIMENTÓ LA PAZ

Y SE ACORDÓ DIOS DE ANA, LA QUE EXPERIMENTÓ LA PAZ.
Continuación de nuestra serie: Y SE ACORDÓ DIOS.

Al seguir considerando a Ana, como la cuarta persona de nuestro listado de quienes, testifican las Sagradas Escrituras, se acordó Dios, según nos corresponde considerar este aspecto de su vida piadosa. Ana es la madre de Samuel y la que fue confrontada injustamente por el sacerdote, juez y profeta, Elí; pero la vimos que con todo respeto presentó su réplica.

Luego de su oración hubo un cambio en Ana. Ella entró al templo en angustia, afligida del alma, triste, sin deseos de comer, probablemente, con lo que denominan en la medicina moderna, con una  depresión severa, Ana veía todo oscuro, simplemente, no tenía paz. Y cuando salió de la oración, leemos al respecto:

«Elí respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho. Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste» (1Samuel 1:17-18).

Hay algo digno de resaltar que Ana aún no había recibido lo pedido, ni concebido estaba siquiera Samuel, pero el trono de la gracia ya se había enterado de la resolución que había emitido el Señor Juez justo. Elí le manifiesta sus deseos de que el Dios de Israel le otorgue la petición que le ha hecho. Pero también le desea Elí que el Señor le conceda paz. Claro, es lo que necesitaba Ana pero son más que simples deseos de parte de Elí. Tampoco es: Dios te conceda paz aunque sea, aunque no te conceda lo que pediste. No, para nada. En realidad lo que Elí le manifestaba y le deseaba es que el Señor le empiece a dar evidencias de que su petición será contestada. Que ya empezó a tener el control, aunque el Señor siempre tiene el control, pero me refiero, el Señor ya lo tiene en su presencia, ‘su expediente ya está en su despacho», diríamos de algún burócrata aquí en la tierra.

Algo que me he dado cuenta es que la primer evidencia de una oración oída, atendida y respondida es la paz. Si, esa paz que sobrepasa a todo entendimiento. Vea cómo el apóstol Pablo relaciona la paz con las peticiones, como evidencia de la respuesta a las mismas: Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses 4:6-7). Pormenoricemos este texto:

• No se afanen por lo que están pasando.
• Que se conozcan sus oraciones en el trono de la gracia.
• No se olviden de rogar.
• No se olviden de agradecer de una vez por la respuesta.
• Y la paz de Dios actuarán como un guardia a su corazón y sus pensamientos. Como quien dice: «ya velaste mucho en tu afán, ve a dormir, me toca guardar a mi».

Note que el apóstol habla del Dios de paz y de la paz de Dios (Filipenses 4:7,9), pues es el único que puede dispensar esa verdadera paz es Dios.
El salmista David es del mismo criterio respecto a lo que estamos presentando aquí, la paz como primer evidencia de una oración poda, atendida y respondida, pues su petición la relaciona con la paz que va a sentir, veámoslo en el Salmo 4, según leemos en el versículo 1: Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; ten misericordia de mí, y oye mi oración; y, el versículo 8: En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.

Por eso es que la paz es una bendición de parte de Dios (Salmo 29:11). Vea también Salmos 55:16-19: En cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová me salvará. Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz. El redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí, aunque contra mí haya muchos. Dios oirá, y los quebrantará luego, el que permanece desde la antigüedad; por cuanto no cambian, ni temen a Dios. Selah. Y el profeta Isaías nos dice: Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado (Isaías 26:3).

La paz es la primer evidencia de una oración oída, atendida y respondida, conforme a la voluntad del Señor porque también es evidencia de que la vida de ese piadoso le es agradable al Señor por su justicia, quiero decir, al ser justificado por Cristo es que le agrada usted a Dios y obtiene paz para con Dios (Romanos 5:1) y, luego, agrada a Dios con una vida de santidad, que también es llamada hacer justicia (1 Tesalonicenses 4:1-3).

Caro caminante, el Señor le de paz y le conceda las peticiones de su corazón, pero es necesario caminar, es necesario no detenerse por nada, es necesario seguir adelante. Por eso mi exhortación: ¡Adelante caminante!

¿Caminamos caminante?
Suyo en Cristo Jesús, su hermano y amigo, Erick Solís Girón.

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