¿POR QUÉ CONTROLAR NUESTRA LENGUA? PARTE 5

Comparte con un amigo o hermano

¿POR QUÉ CONTROLAR NUESTRA LENGUA? PARTE 5
Continuación de nuestra serie: LOS PECADOS DE LA LENGUA

     Le invito a que abramos nuestras Sagradas Escrituras, siempre en la epístola universal de Santiago, 3:13, en dónde leemos la Palabra de Dios:

«¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.»

     Nuestra pregunta en esta nuestra conclusión ha sido ¿Por qué controlar nuestra lengua? Y se han dado algunas razones para ello, a saber, I) porque puede condenar; II) porque puede controlar; III) porque puede corromper; IV) porque los creyentes ya la podemos controlar; y, además,

V. Por la gran responsabilidad que evidencia la conducta de quién la usa.

      Usando mi imaginación santificada, puedo imaginarme a Jacobo, ante su congregación, desde su púlpito, haciendo la siguiente pregunta:

     —¿Quien es sabio y entendido entre vosotros?—

     Puedo pensar que se pudieron escuchar no pocos amenes, y, le aseguro, si hubiese sido una iglesia neopentecostal como las de ahora, se hubiesen oído gritos, chiflidos y saltos sin restricciones, los músicos hubiesen hacho sonar los tambores y trompetas, como respuesta afirnativs a esa pregunta. Y vuelvo a imaginarme a Jacobo espetando a su audiencia con su siguiente sentencia:

    —Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.—

     Entonces ya no se escuchó nada de aquello y fueron unos que otros fuertes y sonoros amenes, de parte de aquellos que se creían «super espirituales»; pero los que si eran sinceros, es tanta su humildad que prefirieron callar, se sumieron en oración para pedir perdón y agradecer a su Señor y Dios, porque saben que no lo han logrado, ni que ya sean perfectos (Filipenses 3:12); pero también entienden que todo el crecimiento que han tenido en su vida de santidad, que incluye el control de su habla, todo eso es por la gracia de Dios (1 Corintios 15:10); que tienen una participación tan solamente de sometimiento, pero quien ha hecho el trabajo es Dios el Espíritu Santo (2 Corintios 2:18) por la lumbre de la exposición de sus palabras (Salmo 119:130); pero que no ha terminado aún sino que continuará trabajando en ellos hasta el día de la glorificación (1 Corintios 15:54), cuando entonces si seamos, los salvados, libres de la presencia del pecado.

     Es que la sabiduría no se mide en lo sonoro que puede ser quien pretende ser sabio, no es más sabio quien hace tocar más tambores para hacerlo saber, sino en quien lo vive; no se trata de quien lo grita más fuertemente sino en quien lo evidencia más contundentemente; no es cuánto conocimiento tenga alguien, sino de cómo vive su vida esa persona por el conocimiento que tiene de su naturaleza débil, especialmente del conocimiento del carácter de su Dios; porque es más sabio quien muestra su sabiduría en buena conducta, sus obras son en sabía mansedumbre.

     Está sabiduría es aquella que es necesaria para tener una vida piadosa en medio de este mundo. Pero quién la posee es necesario que la muestre, que lo evidencie, que lo declare en obras, o sea que las obras deben corresponder a su carácter de sabio.

    El preciso momento de esto se ve cuando el hombre prudente demuestra su prudencia, callando cuando debe de callar (Proverbios 11:12), pero cuando tiene que anunciar la justicia no refrena sus labios (Salmo 40:9); es cuando el necio es contado como sabio y como un entendido (Proverbios 17:28); cuando aprende a refrenar su lengua porque ama la vida y quiere ver días buenos (1 Pedro 3:10). Cuando este sabio amonesta a quien amerita amonestar, pero vigila sus intenciones y se percata primero que está lleno de bondad y de todo conocimiento para poder hacerlo (Romanos 15:14); o cuando el sabio utiliza su posición de autoridad y liderazgo para edificación (2 Corintios 12:19), pero también está preparado para recibir el consejo (Proverbios 12:15). Es aquel que en cualquier discusión es más importante ganar a las almas que ganar esa discusión (Proverbios 11:30). Lo que pasa es que entiende que Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; El que cierra sus labios es entendido (Proverbios 17:28).

     O sea que la sabiduría se ve a través de la conducta de quién la posee. Por eso repito mi dicho: Mas vale que diga palabras dulces, no sea que se las tenga que tragar, que, de hecho, así sera

     ¿Caminamos caminante?
     Suyo en Cristo Jesús, su hermano y amigo, Erick Solís Girón.

#CaminamosCaminante
#PalabrasdeVidaEterna
#SalaEvangelicaGuatemala
#SalasEvangelicas
#AsambleasCristianasGT

¡Suscríbete!

Nos encantaría que estuvieras al día de nuestras reflexiones bíblicas

Nos encantaría que estuvieras al día de nuestras reflexiones bíblicas

¡No hacemos spam! Lee nuestra [link]política de privacidad[/link] para obtener más información.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Habilitar Notificaciones De acuerdo No gracias