La levadura de los fariseos y los saduceos
CRONOLOGÍA DE LOS EVANGELIOS
“Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos”. – Mateo 16:6
“Levadura” era la expresión metafórica judía de una influencia maligna. Para la mente judía, levadura siempre era un símbolo de maldad… la levadura era interpretada como una influencia maligna responsable de esparcirse por la vida y corromperla.
El pensamiento del Señor estaba aún en la pregunta tendenciosa de los fariseos y saduceos que solicitaban una señal, pero, sobre todo, en la conducta de los dos grupos, colmada de hipocresía y mentira.
Los fariseos eran conocidos por su estricta observancia de la ley judía y por su interpretación rígida de la ley. Los saduceos, por su parte, eran religiosamente conservadores y eran conocidos por negar la resurrección de los muertos. Ambos grupos eran conocidos por su hipocresía y su oposición a Jesús y a sus enseñanzas. Cristo entiende a los dos grupos como una unidad de propósito contra Él.
El evangelista Marcos añade una tercera levadura, la de Herodes (Mr. 8:15). La levadura es siempre figura de corrupción y pecado en la Escritura, y en la Ley como simbólicamente impura (Éx. 34:25; Lv. 2:11), como dice el apóstol Pablo (1 Co. 5:6; Gá. 5:9).
Las doctrinas extrañas y ajenas a la enseñanza verdadera se introducen con sutileza, y de manera progresiva van corrompiendo la mente de los oyentes, de tal manera que causan distorsión a la fe. Cristo llama a los discípulos a un cuidado extremado para que no se dejasen sorprender por estas enseñanzas que conducen a una vida llena de prácticas religiosas, pero vacías de una verdadera relación con Dios.
La advertencia de Jesús sobre la “levadura de los fariseos y de los saduceos” sigue siendo relevante en la vida cristiana hoy en día. Nos recuerda que la verdadera fe no es solo una cuestión de seguir reglas y tradiciones, sino de tener una relación genuina con Dios y vivir de acuerdo con Sus principios. También nos insta a estar alerta contra la hipocresía y la falsedad en nuestra propia vida espiritual.
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